Como me siento un poco mejor en mi estado de ánimo, el día de hoy voy a gastar la poca cuota de buen humor que me queda por este momento. Lo que a continuación voy a describir es solamente lo que he visto, no en el prejuicio del conocedor o no conocedor, sino en el prejuicio del que lo vio. A lo largo de varios viajes no he dejado de percibir la fabulosa diversidad en la escena musical a la cual se le ha denominado cómo alternativa, realizada en nuestra nación surrealista. Hay puntos muy repetitivos y que se han tratado sociológicamente hasta el cansancio como lo son aspectos socioeconómicos, aunque curiosamente parece que no interfirieran en algunos de los casos que mencionaré, pero que en otros es tan vital como el agua.
El primer caso será el de donde me encuentro residiendo en este momento, que es la montañosa ciudad de Monterrey y su área metropolitana. Lo primero que te encuentras es un estilo de música con géneros un tanto rudimentarios tales como el metal, ska, reggae, la música norteña y hasta el mariachi. Físicamente los músicos demuestran un aspecto muy distinto, encontrando así al clásico gordito abundancia regiomontano. Barbón, de lentes oscuros, alivianado y socialité. Todo esto se logra a raíz de las carnes asadas y las cervezas Carta Blanca de cada sábado con los amigos y musicalmente no son tan malos, ya que en muchas de las ocasiones logran combinar esos estilos con la música electrónica dando resultados que en muchas de las ocasiones sorprenden. Desafortunadamente a veces se pasan de rudimentarios o de puristas y terminan haciendo cosas nada impresionantes y que rayan en lo absurdo. Dentro de la misma zona norte del país encontramos la región de Tijuana, en el estado de Baja California Norte, donde la escena musical mantiene cierto misticismo debido a que la mayoría de la música que se produce es de índole electrónica o en su defecto instrumental con ambientaciones excepcionales. Sus representantes no son muy adeptos a tomarse fotos o presentar su imagen, todo nos lo demuestran con su música en los fabulosos raves (como extraño Tijuana nada más por eso). También nuestros vecinos de Saltillo nos demuestran que ellos están hechos para los guitarrazos bien distorsionados y los guturales a tope, con su música hardcore, electrocore, emocore o cualquiera de esas extensiones. Nos sorprenden con sus botas de gran suela y su ropa negra bien puesta (es lo divertido de la vida, saber que hay algún metalero al cual tirarle carrilla) no en el sentido de algo novedoso, sino de algo aberrante.
Pasando a la subsidiada región centro, o mejor dicho el D.F., hay una diversidad impresionante y una escena monstruosa tal y como lo es el reflejo de la Ciudad de México. Ahí se puede ver desde la diversidad o la visita y residencia permanente de los demás estados de la República mexicana, hasta la visita de representantes de la escena europea. Aquí la situación es la siguiente, normalmente lo que he alcanzado a divisar mucho es al clásico músico callejero-bluesero, hippioso y de baja estatura que aún quiere emular a las viejas glorias de la música urbana, tal y como lo son Rockdrigo (que ni era de ahí) y a Alex Lora. Es curioso ver esta situación y hasta se ve un poco retrógrada. Nuestros amigos capitalinos nos lo podrían describir mejor y no me dejarán mentir. Volviendo a la provincia, el siguiente rumbo es Guadalajara, donde sólo puedo constatar que encontramos al popero-electrónico-andrógino con tendencias homosexuales (escuchen, no soy homofóbico). Creo que es todo lo que puedo decir.
Por último mencionaré la parte sur donde el primer destino es Veracruz (OMFG), lo único que puedo decir de ésta región es que el estereotipo musical existente es el del clásico carita seudonorteamericanizado con influencias y tendencias de bandas como División Minúscula o Panda (ambas curiosamente de Monterrey). Lo único que consiguen es impresionar al público jarocho no hambriento de propuestas diferentes y que aún se conforma con su mundito hecho de centros comerciales y sus distracciones banalmente corrientes. En ésta situación es muy poco lo que pueda rescatar, tal vez Xalapa se salva un poco y hasta eso, es escaso ver alguna propuesta real, arriesgada o al menos diferente. En ese caso es más atractivo ver a los intérpretes o grupos musicales entrados en el género de las cumbias guapachosas que a estos arquetipos de Rogstars (y así lo escribo, porque ni el término les queda bien). Caso contrario es lo que sucede en Mérida, Yucatán, donde el jazz predomina y se combina con el contexto de lo hermoso de ésta ciudad que le da un toque de elegancia y sutileza sin tantas barreras estereotípicas y seudoideológicas, con un sentido de madurez inigualable y no abandonando, o peor aun, negando sus raíces. Lo mismo sucede en Chiapas, pero de manera mucho más radical hacia los sonidos y sobre todo las tradiciones de la región. Así es, aquí hay grupos musicales de etnias indígenas que levantan la mano para decir "nuestros beatles son mejor que sus rolling stones". Que no sólo sorprenden a audiencias europeas y norteamericanas, sino también y de manera increíble a una audiencia también mexicana, aunque muy poca, pero que les aplaude y les reconoce su superioridad y creatividad musical. Que nos demuestran desde la vestimenta, el dialecto y el color de su piel, cero negación de sus raíces étnicas. Desde familias o conjuntos de jóvenes, logrando ser fuente de inspiración para muchos. Después de esto aclaro que no soy indigenista, zapatista, tampoco neozapatista o peor aún, emozapatista (LOLZ).
Solamente quedan los demás estados, de los cuales puedo decir que muchos tratan de emular sobre todo a los patrones norteamericanos de la música comercial o que en estos días se le conoce como indie. Tal es el caso del anteriormente mencionado y ejemplificado Veracruz, sucediendo lo mismo con Ciudad Victoria o también Torreón. Eso no quiere decir que en las regiones anteriormente mencionadas (o mejor dicho, de las que no hablé tan mal) no los haya, al contrario, los hay, y en demasía, pero la diferencia es que se ven opacados de cierta manera por propuestas diferentes, o sea qué, existe una especie de equilibrio. Como uno no puede estar en todos lados, hay ciudades en las que no he indagado un poco más a profundidad o a las cuales realmente no he tenido la oportunidad de ir, pero que haré la observación cuando tenga la oportunidad de visitar al menos sus respectivas capitales.





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