
Me causa tanta gracia saber como la decadencia invade los rincones más putrefactos de este país y que a final de cuentas de decadentes no vamos a salir. También me causa mucha gracia que se piensa que quien acude a una universidad pública o privada -como usted le quiera llamar no lector- y se titula va a ser una cosa excepcional y característicamente un ente al cual debamos rendirle pleitesía y hasta nuestra fe y confianza a ciegas. Pero he ahí la contraparte de todo lo bonito que estoy describiendo. He ahí a esos entes que transgreden las conciencias puras, castas y nobles. He ahí a esos rojillos (impertinentes), punks, junkies, prostitutas, metaleros y hasta los que se hacen llamar rockeros. Y básicamente hay más estereotipos dentro de esta fauna pero ya me dio flojera nombrarlos, es como hacer un listado de castas.
Me causa mucha gracia el artículo que acaba de publicar la pagina de proceso y que se titula "La religión del rock". Yo no sé si sea mi acostumbrado prejuicio de las cosas y las personas, pero, sí en este caso la descripción del modus vivendi de éstas personas es netamente real, creo que entonces hay un serio problema de rezago en el tiempo. Sí en muchas de las ocasiones cuestionamos a grupos indígenas -y esto no lo digo porque sea una especie de indigenista o protozapatista que sólo aprovecha este tipo de causas para comer peyote y hablar sobre drogas-; recriminamos a los norteamericanos de tacharnos como gente que se quedó con sus raíces en pleno primer mundo, del otro lado del río; es más, hasta a nuestro sistema económico lo acusamos de atrasado y atrapado en el tiempo. Es pertinente entonces ensalzar a nuestros rockeros, porque son la parte rebelde y retrógrada de éste país. Son oprimidos por éste asqueroso sistema. Son empobrecidos por esos empresarios voraces. Y a final de cuentas reprimidos en sus ideales por éste corrupto sistema judicial. Es más, hasta tienen que consumir chemo porque estos pinches narcos gandallas se la están dejando ir sin mantequilla.
En fin, todos unos grandes revolucionarios y unos verdaderos ejemplos de vida. No obstante también se debe destacar su música descrita dentro del mismo reportaje. Varian desde Tex Tex, Ángeles del Infierno, Rata Blanca y derivados, conexos y genéricos. Todos unos grandes expositores dentro del género. Lo que también me agrada mucho es el sincretismo que se le da al domingo de tocadas (sin albur) con las misas católicas -y es que no mencionó a otras religiones- durante ese mismo día, juntándolos en un solo término: la familia (no la michoacana parvada de amarillistas).
Me llama la atención un ejemplo que pone sobre una niña de aproximadamente tres años jugando con unos vasos (que no precisamente traían refresco) y armaba unas pirámides, mientras la madre bailotea al ritmo de la música. Cualquier Jorge Negrete se desmayaría al ver tal espectáculo, aludiendo a que las madres mexicanas no son capaces de hacer ese tipo de aberraciones. Pero que tal el del tipo que le parten la madre y llega la abnegada mujer a cubrirlo con su cuerpo para que ya no se la sigan partiendo. O porqué no el del sujeto que de tanto chemo termina como en una especie de posesión diabólica. Un cuadro bellamente familiar.
Cosas van, cosas vienen, pero éstas generaciones se quedan y envejecen, ya que no sólo es tentativo de la "chaviza", sino también de la frustrada gente de mediana edad y creo que hasta en mayoría. La verdad no sé si es cuestión de justificar, criticar, satirizar, exhibir, ridiculizar, etcétera. El punto es simplemente divertirse un poco y cuestionar bastante. Sencillamente es de simples criterios y prejuicios, y también hasta de moral. Esa pelea eterna con los enemigos invisibles. Esa ya tan vieja y desgastada lucha de clases. Esa vieja pelea de los egos, porque también cuenta eso, tanto del que se siente "normal" o intelectual, hasta el que se siente lo más macuarro de lo macuarro. Estos estereotipos para que se den una idea no son exclusivos de un entorno, andan entre nosotros para que no se asusten. Es más, hasta pueden ser ustedes mismos, para que le pegan al vivo. Tampoco necesitan tanto vestuario ridículo.
Esto fue sólo un ejemplo implícito y específico de práctica social masiva en un simple escenario ,y que si lo vemos también se aplica en cualquier lado. Es clásico y eso que no hablé del entorno regio. Debo decir que lo que se conoce como "Rock" está realmente acabado pero ahí sigue dando patadas de ahogado. Final trillado y repetitivo. Me despido.





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