20101230

The Suburbs By Arcade Fire

Elogiar, descrifrar, escuchar, analizar -y todo lo que le siga- The Suburbs no es algo muy complejo. Haber visto, oído, leído y revisado cualquier reseña a lo largo del año por cualquier medio impreso o página web musical implica que hay resultados positivos para este disco. No obstante hay que preguntarse, ¿qué es lo que más llama la atención de The Suburbs? ¿Acaso son sus letras existenciales y llenas de un humor fino? ¿Acaso son sus tonos, sus instrumentos, sus voces? ¿Acaso son las emociones que transmiten en cada melodía? ¿Acaso es el vivo reflejo de esta década? ¿Acaso son las "puñetas mentales" que tuvieron determinados oyentes? (algún día explicaré en qué consisten este tipo de "puñetas").

No es una casualidad encontrar algún sentido de identificación para una generación en específico. Al oír cosas como:
"Now you're knocking at my door/Saying please come out with us tonight/But I would rather be alone/Than pretend I feel alright" o "Said your name, in an empty room/Said your name, in an empty room/Something I would never do/I'm alone again". Otro pequeño ejemplo sería: "In my dream I was almost there/Then you pulled me aside and said you're going nowhere/They say we are the chosen few/But we're wasted/And that's why we're still waiting/On a number from the modern man/Maybe when you'r older you will understand/Why you don't feel right/Why you can't sleep at night now"; y mi favorito: "I need the darkness/Someone please cut the lights".

Cada una de esas letras pareciera la causa de alguna especie de esquizofrenia, que dice tu realidad y que piensas que es la de los demás. No solo eso, cada ritmo, cada tono llena de nostalgia cualquier capacidad de frío razonamiento. Ahí están canciones como "Rococo", "City with no children", "Half light I", "Deep blue" o "We used to wait".

Cada una de las canciones tiene un estilo propio y perfectamente cada temática va acorde a ciertos momentos de dramatismo y caos, tal y como lo demuestra "Month of may". Es esa conexión entre el músico y el oyente. Esa conversación que llega hasta el abismo más profundo entre dos participantes de ese diálogo. Probablemente eso sea la "regla" más básica de un buen disco -o de cualquier obra- y Arcade Fire cumple más allá de esa "regla".

En lo particular, muchas canciones suenan muy de finales de los setenta y la gran parte de los ochenta. ¿Pero qué
posmoderno no está harto de su revolucionada realidad y lo moderno es el mejor escape ante la personal falta de identidad y nuevas tendencias? ¿Es acaso la revelación de cierta nostalgia con la que crecimos? ¿Son acaso los ritmos de una época no vivida más que en forma de inocencia, pero sí deseada en todos sus adultos vicios? A final de cuentas todos los involucrados terminamos siendo herederos de ese pasado que nos persigue.

Una obra maestra por el momento en el repertorio de
Arcade Fire. Después, eso a lo que llamamos "posteridad" nos lo venderá como un representante revolucionario de una década y le dará el sentido novelesco, heroico y simbólico de toda una generación.........

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