Qué más se puede decir del "Bicentenario". ¿Más críticas?, ¿Más reproches?, ¿Más halagos?, ¿Más demagogia?. La manera correcta, idónea y utópica de una celebración de este tipo no llegó en el mejor momento. Las piezas no están en su lugar y este contexto no es el adecuado. Muchos pretextos se dieron para justificar y para criticar lo "banal" y "ostentoso" que serán los festejos.
Muchos han dicho que "no hay nada que celebrar" y que mejor se hubiera invertido ese dinero en "obras públicas o educación". Hay los problemas de siempre, las críticas de siempre, el derroche de siempre, la idiosincrasia de siempre. Son los mismos valores culturales y el mismo tipo de gente en un ambiente de heterogeneidad y de discrepancias. Los mismos cuestionamientos históricos y la misma desmitificación. Los mismos héroes patrios y los mismos que no son reconocidos como tal. Los mismos lugares para celebrar y los mismos lugares que han sido olvidados. Si hubiera que enumerar no se terminaría y hasta se confundiría todo lo que habría que resolver en la larga lista de problemas que tiene un país como éste.
La celebración se desperdició en innecesarias mesas redondas, en celebraciones centralizadas, en espectáculos de muy baja categoría. Pero por qué habría de reclamar eso, tal vez por ocioso. Puede sonar apátrida, pero es una molestia la visión heroica y desmitificadora de los próceres de la patria. Hay elementos valiosos que se rescatan y que no dejan de dar identidad. El problema es que la llamada "independencia" no ha figurado como motor de identidad real.
Todo el festejo fue opacado por la situación del país, todo fue absoluto sincretismo, dando cuenta que en realidad terminamos con los mismas cuestiones de siempre. Un coloso mutilado; un performance seudo-artístico; presentaciones musicales masivas (incluido Aleks Syntek) de la cual la de los Tigres del Norte fue la más acertada; políticos prominentes en la gala; banderitas; luces; juegos pirotécnicos; y litros y litros de alcohol. Toda la parafernalia se fue en eso. ¡Vivan los héroes que nos dieron patria!, ¡Vivan los 200 años de surrealismo!
Estos festejos fueron el vivo retrato del país, no hay por qué extrañarse de como hayan salido, así que nos veremos en otros 200 años.........
La celebración se desperdició en innecesarias mesas redondas, en celebraciones centralizadas, en espectáculos de muy baja categoría. Pero por qué habría de reclamar eso, tal vez por ocioso. Puede sonar apátrida, pero es una molestia la visión heroica y desmitificadora de los próceres de la patria. Hay elementos valiosos que se rescatan y que no dejan de dar identidad. El problema es que la llamada "independencia" no ha figurado como motor de identidad real.
Todo el festejo fue opacado por la situación del país, todo fue absoluto sincretismo, dando cuenta que en realidad terminamos con los mismas cuestiones de siempre. Un coloso mutilado; un performance seudo-artístico; presentaciones musicales masivas (incluido Aleks Syntek) de la cual la de los Tigres del Norte fue la más acertada; políticos prominentes en la gala; banderitas; luces; juegos pirotécnicos; y litros y litros de alcohol. Toda la parafernalia se fue en eso. ¡Vivan los héroes que nos dieron patria!, ¡Vivan los 200 años de surrealismo!
Estos festejos fueron el vivo retrato del país, no hay por qué extrañarse de como hayan salido, así que nos veremos en otros 200 años.........
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