20101002

Wave of mutilation

Mucho se me ha preguntado sobre la violencia vivida aquí en Monterrey. Mi señor padre, mis amigos y alguno que otro pariente. Durante los viajes que hecho este año -y los que falten- he visto diversos puntos de vista (obvio). No sólo yo he recibido preguntas; yo mismo he hecho preguntas sobre todo para saber a que atenerme mientras me encuentre de turista incauto. ¿Qué lugares no debo visitar? ¿Cuáles son los más seguros? ¿Dónde no debo abrir la boca? ¿A quienes debo evitar? ¿Cuáles son los "puntos"? ¿Dónde no debo caminar? ¿Cuál es el número de la marina? ¿Qué no debo preguntar? Una larga lista.

En el momento que llegué a Veracruz mi padre me advertía muchas cosas. Sí, cosas misteriosas y sospechosistas (sic). Sucesos inquietantes. Con los de más confianza llegué a consultar si era seguro salir a la calle en la noche. Su respuesta: afirmativa. Así lo comprobé. Afortunadamente sentía mucha tranquilidad como la que ya no siento en este lugar. Aunque un día accidentalmente fui a dar a un "punto". No pregunten cómo y en qué estado. Lo mismo pasó en Xalapa. Una norteamericana que conocí en uno de esos cafés del callejón del diamante me comentaba que ya se había aburrido de tanta tranquilidad. No es que no pasen cosas raras, sí suceden, pero al parecer no es un modo de vida como lo es aquí en el norte. Algún decapitado, uno que otro embolsado, alguna balacera que no saldrá en el periódico. El "Tío Fide" sabe como manejar la situación. ¡No pasa nada!

Amistades provenientes de Tamaulipas me comentan el infierno que viven cada vez que viajan a Cd. Victoria, Tampico, Reynosa, Nuevo Laredo, Matamoros y un largo etcétera (bueno pues, todo el estado). Por esa razón no viajo en autobús, tomando el odioso y burocrático recurso del avión. En aquella parte del país no se puede salir, no hay noticias, no hay autoridad. Todo es una zona de guerra. Por su parte en Coahuila la tranquilidad es relativa. Antes acostumbraba ir a Saltillo, pero esa costumbre ya se acabó. Ya no es lo mismo. En Torreón, la psicosis es lo que invade. Mi mejor amigo, quien tiene que hacer viaje de trabajo a aquella ciudad, me comenta que después de las nueve de la noche todo queda desierto y a merced de quien esté disputando la mencionada plaza.

Durante el primer tercio de este año fui a Guanajuato. La verdad es que no iba muy tranquilo con viajar en autobús, pero así fue. Afortunadamente durante el viaje no pasó nada. Durante mi estancia hice las mismas preguntas y las respuestas fueron que en esa ciudad todo era muy tranquilo. Lo noté. Caminé borracho por las empinadas calles, fui a antros como hace mucho no lo hacía, me metí a cantinas bastante coquetas y en el día se podía disfrutar la ciudad sin que cayera una lluvia de balas. Pero -como siempre hay un pero- lo que es León, Silao, Celaya e Irapuato son zonas de violencia desmedida.

Un pariente de Cd. Juárez me comentaba que su familia tuvo que salir de ahí y mudarse (como todo buen burgués) a El Paso, en Texas. Comenta que no importa quién sea, a cualquiera pueden balear, levantar, descuartizar, decapitar, crucificar (esto último sí sucede, no es sarcasmo). El ambiente es tan pesado que la psicosis es mucho mayor. No hay manera de divertirse, ni siquiera de hacer las compras más básicas. En pocas palabras, no hay tregua. Tijuana puede parecer opacada ante todos los anteriores ejemplos. Aunque pensándolo bien, nunca me ha gustado esa ciudad, por eso no he regresado.

Para los que me preguntaban de Monterrey, lo único que les podía decir es que ya no fueran al Barrio Antiguo, que ya no era seguro andar caminando borracho en la noche. Les decía que la mejor opción ya no es ir a pasar el fin de semana a la zona rural del estado. ¿Por qué? Simplemente es territorio donde puedes quedarte sin tu carro o ser parte de los daños colaterales. ¿Ir a un table dance?, ni pensarlo. Hay halcones por todos lados y un taxi no es la mejor opción. Cuando salgo a buscar trabajo es difícil no mirar a todos lados, ya sea en el camión o en el metro. Mientras camino, muchas veces se da la situación en que va una persona delante de mi y sólo voltea para ver sino lo estoy acosando (no ciudadano caminante, sal de tu burbuja, mucha gente tiene que caminar por la misma banqueta). Ya en el rumbo, lo único que se me ocurre es Wave of mutilation de los Pixies ante el sanguinolento surrealismo del narcotráfico.

Ahora sí, llegó el momento en que todos están en el lugar común. Ya sienten como todo se viene abajo. Ahora todos quieren y no quieren hablar de esto. Suena deprimente, pero ya no hay voluntad de nada. Se acabó la infame arrogancia de esta ciudad. Ya se dice que hasta el D.F. es más seguro. A ver qué pretexto encuentra la ineptitud provinciana (mejor dicho, de todo el país). Eso ya será otro tema, por el momento ahogaré mis penas en whisky.........

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